zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados. Pablo Neruda – Canto a las alturas de Machu Picchu (XII)
Miles de viviendas han sido afectadas, muchas hectáreas de cultivo arrasadas;pero las colosales estructuras de piedra de la llacta de Machu Picchu, junto a otras, han sufrido poco o ningún daño. Quizá sea una lección de humildad del conocimiento andino, muchas veces menospreciado por la ciencia occidental: los miles de años de experiencia acumulada permitieron al hombre prehispánico saber sobre la tierra y del clima, asentándose lejos de las zonas de peligro.
Los peruanos, como es costumbre, se movilizan en ayuda de su capital histórica, ante la ineptitud de un país oficial que según las estadísticas avanza hacía el progreso, pero que en realidad avanza hacía el entreguismo y la servidumbre.
Mientras el Cuzco sozobra, militares peruanos y chilenos insisten en jugar a la guerra como infantes alienados, con declaraciones altisonantes que evidencian su desnuda ignorancia: deberían aprender de Neruda maravillado por las alturas de Machu Picchu, del Jaivas cantando en medio de las ruinas de piedra, de un ahora desconocido Mario Vargas Llosa, décadas antes de ser el intelectual cama adentro de Piñera o el consejero de estética de Uribe.